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Educación emocional

Taller 1: ¡Vaya rabieta!

Se recibe a los niños en el aula y, una vez acomodados en la asamblea, se les pregunta si alguno se ha enfadado alguna vez. Generalmente la respuesta es: no, de modo que se les empieza a dar pistas de situaciones (¿A alguien le han roto un juguete alguna vez?, por ejemplo) y ya empiezan a soltarse y a contar sobre sus vivencias.

Para distender el momento, jugamos a las “estatuas de las emociones”, esto es,  se escucha una música y bailan, en el momento en el que para se les dice… “estatua enfadada”, o… “estatua contenta”, y ellos se quedan inmóviles con la expresión en la cara que se les ha anunciado.

Se les explica la rabia con un globo. Lo inflamos, elegimos un sitio al que quisiéramos que llegara y soltamos...nunca va donde nos hemos propuesto. Lo comparamos con la rabia, que no siempre va hacia donde queremos, por eso es importante calmarnos a tiempo.

Se les cuenta el cuento “Vaya rabieta” de la editorial Corimbo y se aprovecha para hacer preguntas sobre los sentimientos del protagonista y si ellos han sentido eso alguna vez. Aprovechamos a rugir como leones y a sentir la rabia como del niño del libro. La plasmamos en un trocito de papel a la vez que rugimos y como no nos gusta nuestro “enfado” lo metemos en una caja (como hace el protagonista)  y le mostramos nuestro rechazo  y  le decimos que no saldrá de ahí.

Visionamos el corto “Odio a mi hermana”. Es una historia similar que refuerza el cuento y las actividades que acabamos de realizar.

Por último, hacemos una puesta en común sobre conductas que nos ayuden a calmarnos y a frenar el enfado a tiempo (respirar despacito, contarnos los dedos de las manos, apretar una pelota o peluche, ver moverse agua dentro de una botella…)

Para terminar, hacemos una relajación final.

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Taller 2: Estoy triste

Los niños llegan al aula y recordamos que es lo que hicimos en el taller anterior, pues han pasado ya semanas.

Volvemos a poner cara de enfado y se les comenta que, en esta ocasión, no hablaremos sobre eso si no sobre otra emoción. Ahí empiezan a decir emociones que saben y, cuando la adivinan, empezamos a poner todos caras de tristes.

Después se presentan  varias fotos en las que ven personas alegres y tristes. Imaginan por qué están de una u otra manera y van saliendo a colocarlas en la columna que les corresponde, reconociendo así las expresiones.

A continuación, escuchamos y bailamos dos músicas muy diferentes, dándonos cuenta que el estado de ánimo nos cambia.

Volvemos a juntarnos en asamblea y pensamos en situaciones tristes que nos han ocurrido y las dramatizamos (se han hecho daño, quieren ir con los papás cuando no están, se les pierde un juguete o algo suyo…); así identificamos momentos que nos producen tristeza y vamos observando las posibles soluciones para esas situaciones, intentando desarrollar destrezas y habilidades para afrontar nuevas situaciones que les produzcan tristeza.

Contamos el cuento “Cuando estoy triste” de la editorial SM. y nos damos cuenta que la tristeza no dura siempre, que estamos mejor estando alegres que tristes y que podemos apoyarnos en los demás para estar mejor.

Para finalizar la sesión, visionamos la canción “La luna perdió su arete”, viendo que una emoción negativa se puede convertir en positiva y viendo, de nuevo, soluciones posibles y diversas a situaciones que nos producen tristeza.

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